Volveré a Madrid, como desde hace más de quince meses vuelvo a esa ciudad que me enamoró, esa ciudad que me permitió lucir mi felicidad junto a uno de los suyos.

Volveré a Madrid como hace un año volví dos días después de los atentados para unirme a una ciudad silenciosa como nunca la había visto, triste, casi solitaria, de luto.

Volveré el once de marzo a Atocha y llegaré a Madrid en un Ave que como siempre me llevó con una ilusión en el corazón y una sonrisa en mi cara. Una estación que recibió el mayor dolor y que siempre me recibió con un ramillete de felicidad, con una sensación de paz y de llegar a casa, y que cada domingo me despedía de ella como si no volviera a verla nunca más, era el punto de separación con un corazón al que me sentía en plena sintonía, y por el que mi corazón quería latir con más fuerza. Hoy ese corazón se alejó de la sintonía, se separó de mi camino, pero su ciudad me sigue queriendo y yo le sigo mostrando mi pasión.

Cuando este once de marzo entre en ese bosque de catenarias y esos ríos de vías se que no hay nadie esperándome al final del anden, pero como hace un año sentiré el dolor de tantos corazones que hace un año perdieron algo más que un querer o un sentir, perdieron la vida.

Este once de marzo cuando llegue a Madrid no me miraré yo, no me sentiré triste por mí, pensaré en todas aquellas personas que no llegaron a Atocha aquella fatídica mañana. Por ellos estaré allí, por ellos sentiré Madrid. Por ellos todos somos un poco Madrid.