El 19 de mayo tuvo lugar el acto de entrega del Premio POR LA MEMORIA Y LA PAZ en su quinta edición. Premio otorgado a los SANITARIOS Y DEMÁS PERSONAL de los hospitales que atendieron a las víctimas de los atentados del terrorismo yihadista del 11 de marzo de 2004.

En esta V edición en su condición de Premiados, nos acompañaron los siguientes hospitales: Ramón y Cajal, Gómez Ulla, Clínico San Carlos, La Paz, Getafe, Niño Jesús, Virgen de la Torre, Puerta de Hierro Majadahonda, Príncipe de Asturias, Gregorio Marañón, Central de la Cruz Roja, Fundación Instituto San José, La Princesa y Severo Ochoa. Y el SAMUR Protección Civil y el SUMMA 112. También quien fuera el Director de Emergencias de Madrid aquel 11 de marzo de 2004.

Nosotros hemos enviado la carta del Premio, como es lógico, a las Direcciones Generales o Gerencias de los hospitales que atendieron a las víctimas del 11-M. Cierto es que algunos nos han contestado diciendo que no podían venir por problemas de agenda. Otros no han contestado. Pero a los que no vinieron, haya sido alguna de las dos causas expuestas (no contestar o no poder venir) le vamos a hacer entrega del Premio al Comité de los trabajadores del Hospital. Precisamente, este fue el caso del Hospital 12 de Octubre, que no ha contestó, pero que, sin embargo, una enfermera, acompañada de tres sanitarias más, conocedora de este acto de entrega del Premio e invitada por nuestra Asociación, fue quien recogió el Premio.

No quisimos dejar de mencionar también a otros sanitarios y demás personal que atendieron a las víctimas del 11-M que hoy están en hospitales que el 11 de marzo de 2004 no existían, como es el caso, por ejemplo, del Hospital del Henares (2008) o el Infanta Leonor (2005). O como Andrés Medina, enfermero del Gabinete de Salud Laboral de Renfe en Atocha en aquellos días, que nos hizo entrega en su día de una rosa y un emotivo escrito dedicado a Patricia Rzaca, bebé de siete meses que viajaba todas las mañanas junto a sus padres desde el barrio de Vallecas hasta la estación de Atocha. El matrimonio, de origen polaco, dejaba a la pequeña con una tía mientras iban a trabajar. Acababan de comprarse una casa en su país y planeaban regresar en pocos meses. La niña y el padre, Wieslaw, fallecieron tras las explosiones que se registraron en la estación de El Pozo. La pequeña fue la víctima de menor edad fallecida en los atentados.

Antes de dar paso a la entrega del Premio, fue leído el Prefacio del libro de Alfonso del Álamo Giménez “11-M EL HONOR DE SERVIR”, publicado en el 2017. El Prefacio es la carta que le envío en febrero del 2015 a Guillermo Fesser, que dice así:

Hola.

Efectivamente me tocó el centro del espanto. Los cadáveres esparcidos por el andén y las vías de la estación de Atocha, la sangre haciéndote resbalar, una mochila en la espalda de un tronco sin piernas, sombras grises en un paisaje de mentira. Y luego la Lista. La Lista que me sé de memoria. Cientos de preguntas en busca de los nombres desaparecidos. Una y otra vez en la espera del reconocimiento de los cadáveres. La Lista, que a la vez que símbolo del horror era tabernáculo del orden, el reducto de un mundo funcionando. Nombres que quedarán mucho tiempo en mi cabeza. Nombres a los que ayer, después de dos días sin dormir a la espera de los trabajos periciales, reconocí en las fotos de los periódicos. Todos los nombres y todas las caras de sus mujeres, padres e hijos, amigos o compatriotas. Doscientos nombres en busca de sus destinos finales. Y tantas veces diciendo: “No, no tenemos los datos”. Y tantas veces diciendo: “Ha sido identificado; por favor, acompáñenos”. Los ecuatorianos de largas trenzas y humilde espera, los currantes de El Pozo, comunistas de viejo cuño, herederos del padre Llanos; la polaca de ojos hinchados y con el miedo de no tener “papeles” seguros. Todos hundiendo la cabeza en el pecho, llorando, gimiendo; y nosotros, androides del orden, Nexus 6 fríos y eficaces, vuelta a empezar. Así hasta ciento veintiséis la primera noche. No hay tregua ni descanso cuando sale un día que no lo hace para doscientos de los nuestros. Siguen las preguntas y ya no miro la lista. “¿Pero por qué me dice que no, si no miró la lista?”. Ni falta hace compadre, me la sé todita de memoria. Seguimos solos, los medios presionan, resistimos como podemos, pero hay que informar, lo exigen los políticos, una servidumbre más. La inteligencia florida de los periodistas y sus preguntas sencillas. Todos quieren tener al SAMUR. Somos los héroes del día. Pero hay que terminar pronto. Nos espera la Lista. Así todo un día. Recurren los expertos a las fotos de los cadáveres, horribles fotos irreconocibles, y hay que convocar a las familias con orden, con firmeza, con la certeza de que me están odiando y al mismo tiempo dependen de mis palabras, de mi orden, para llegar a sus seres queridos. Y los ojos de los que no son convocados y de los que no han sido capaces de dar sus datos a la policía científica y, en consecuencia, no tienen nombres que oír, me miran y no dicen nada. Alguno indaga: ¿García Presa? ¿Neil Astocóndor? Y la rabia se esconde, porque esperan, dependen de nosotros. Somos lo único que tienen.

El acto concluyó con el discurso de BIANCA ELENA LUCA, sanitaria y vocal de la Junta Directiva de nuestra Asociación:

En primer lugar, quiero agradecerles a todos ustedes su asistencia, haber hecho un hueco en sus tareas y querer acompañarnos en un día tan especial para nosotros, el de la entrega del Premio POR LA MEMORIA Y LA PAZ en su quinta edición, que este año, más que nunca, queremos ofrecerles, en reconocimiento a su labor y gran sacrificio.

Hace 17 años, 2 meses y 8 días, sufríamos el mayor atentado terrorista en suelo español. Mis recuerdos de ese día y los posteriores, son como una película a cámara lenta. Recuerdo despertarme con mi hermano, ver los dibujos y después irnos al colegio. Recuerdo como cada persona, que nos conocía, me preguntaba a qué hora se habían ido mis padres a trabajar. Entré en clase… y todo lo que había ocurrido en Madrid, en esos trenes… Fue como si una bofetada de verdad sacudiera mi mundo. Tenía un euro en la mochila, que mi madre me ponía para comprar el pan, por si algún día a ella se le olvidaba dejárnoslo o si mi hermano se ponía cabezón con algo que quisiera. Fui directa al teléfono de monedas, lo eche y marqué el número de mi madre, quería que viniera, que me dijera que están bien y que, como nos había prometido, esa tarde era para el parque y fin de semana de películas alquiladas en ¨Escorpión¨. No contestó, esa llamada nunca dio tono…
Llegó la hora de salir, mi angustia aumentó al ver que ella no estaba allí, no fue a por nosotros, no llegaba.

La casa estaba vacía, tal y como la habíamos dejado.

Recuerdo su llegada a casa. Recuerdo las noches de pesadillas y gritos. Recuerdo a mi hermano de 4 años sujetando su cabeza para vomitar y recuerdo como la levantábamos obligada, sacándola al balcón para que le diera el aire.

Una pesadilla que no parecía tener final. Pero ahí estabais vosotros. En cada visita de control, en cada consulta, en cada momento. Siempre había una sonrisa, una mirada compasiva y unas palabras de aliento y ánimo.

Para todo lo que pasó, todo lo que sufrimos, todo el sentimiento de dolor y rabia, vosotros hicisteis que tuviéramos un pequeño rayo de luz, un momento de confianza y, sobre todo, un sentimiento de protección que se había perdido ese 11 de Marzo.

Como una maldición, como el mes más oscuro del año, 16 años después, otro mes de Marzo, nos atacó, un virus, Covid-19, y empezaba nuestra pesadilla. Lo improbable sucedió.

A lo largo de esta pandemia, al no ser personal fijo he ido dando tumbos entre dos hospitales. El Hospital Universitario del Henares, en Coslada, y el Hospital Universitario Príncipe de Asturias, en Alcalá de Henares.

He visto como un pequeño hospital, como es el de Coslada, de tener 10 camas en la época de invierno, pasaba a tener 16, más 13 o 14 en la Cirugía Mayor Ambulatoria. Pacientes en los pasillos, con oxigenoterapia y quirófanos cerrados, pacientes Covid, esperando una cama de UCI.

También he visto como el Hospital Príncipe de Asturias, uno de los más grandes del corredor del Henares, era sacudido y duramente golpeado. Con pacientes Covid en el gimnasio y balas de oxígeno que se controlaban a cada rato para que no se acabara.

Hemos vivido momentos que son difíciles de olvidar. Hemos vivido alejados de nuestras familias. Nos hemos perdido los primeros pasos de nuestros hijos, como fue mi caso, y también cumpleaños de una madre que hoy podría no estar.

No hay aplausos, ni agradecimientos, ni premios y mucho menos dinero que podamos daros para agradecer cada uno de vuestros actos. Si de algo estoy segura, es que los superhéroes no vuelan, tampoco son transparentes y mucho menos tienen superpoderes. Porque los héroes sois vosotros.

Me siento inmensamente agradecida de estar trabajando junto a personas tan maravillosas y de las que cada día aprendo algo que me hace mejor profesional y persona. Pero sobre todo me siento orgullosa del ser humano que hay detrás de cada profesional que formáis esta Sanidad.

El acto se celebró en el Centro Cultural El Pozo del Tío Raimundo, agradeciendo al Concejal Presidente del Distrito de Puente de Vallecas, Francisco de Borja Fanjul Fernández-Pita, las facilidades dadas para la realización del mismo. También, agradecemos a la Asociación de Vecinos El Pozo del Tío Raimundo, presidida por Gabriel del Puerto Cruz, la colaboración en la organización y desarrollo del acto.