Era noviembre del año 2003, estábamos invitados a cenar en la nueva casa de mi hermano Paco en Móstoles, y además nos anunció que nos acompañaría su nueva pareja, Marta. Era una cena de hermanos, con la ilusión de encontrarnos para algo diferente al monotema que nos ocupaba desde hacía unos pocos años: las decisiones para ir ocupándonos de papá y mamá, que cada vez iban siendo más difíciles.
Durante la cena hubo risas, toma de notas de recetas exquisitas, como la de las almejas que nos estábamos comiendo, chupando las conchas y nuestros dedos y conversaciones con Marta para ir
conociéndonos.
¡¡¡Estábamos tan contentos con este encuentro!!! Pedimos a Marta que nos hiciese una foto de los cuatro hermanos juntos. Todos mirándola a ella y ella mirándonos a nosotros… Ni por asomo pensamos que esta iba a ser nuestra última mirada y sonrisa, todos juntos.
Ese instante tomó tal protagonismo meses después que me hizo pensar en la importancia de ser conscientes de los momentos únicos, como este, en nuestras vidas.
Las fotos que me hago ahora pasan por un ritual en el que me quito las gafas, me coloco el pelo y respirando… poso. Parando un instante el tiempo y a todos, en el intento de permitirme saborear momentos únicos e irrepetibles.
Los hermanos volvimos a nuestras vidas, a nuestros horarios, a nuestras cosas y llegó diciembre, pasamos nuestra última Navidad estando aún todos, «que si a mí me toca la nochebuena en casa de mi pareja, que si los niños están con su padre o con su madre en año nuevo, que si yo vengo aquí todas las fiestas…»
Son las nuevas organizaciones familiares de las navidades como corresponden a estos tiempos de nuevas estructuras de familias actuales… Eran pocas las ocasiones que nos reuníamos todos. Tampoco nos imaginamos que era la última Navidad de Paco entre nosotros.
En mi familia siempre nos recibimos y nos despedimos con besos, fue curiosa la última vez que vi a Paco. Nos citamos a finales de enero de 2004, a una reunión de hermanos con nuestros padres
para volver a tomar otras nuevas decisiones familiares y ese día se disolvió la reunión muy rápidamente, todos desaparecimos con prisas y cuando me quedé sola me dije «Vaya, no le he dado los
besos a Paco, ¡¡se ha ido tan deprisa!! … No entendí porque me sentí mal, tal vez mi intuición me hizo pararme en ese nimio pero ahora tan importante detalle. No volví a pensar en este día hasta el 11 de Marzo de 2004.
No volví a ver más a mi hermano Paco ni a Marta, los dos iban a su trabajo en aquel tren.
Han pasado quince once de Marzo y nunca he sentido la necesidad de contactar con la Asociación de víctimas, estuvimos realmente muy ocupados atendiendo y sujetando a nuestros padres. Después de perder a un hijo cayeron más en picado.
La vida continuó y para mí todo lo vivido en aquel 11-M y sus alrededores se quedó dormido, como en un stop emocional.
Estamos a punto de llegar al dieciséis once de Marzo sin ellos y mi camino personal, desde noviembre de 2018 en que sufrí otro zarandeo vital, me sumergió en el proceso de escribir el libro: Presente es sinónimo de regalo, en el que, al describir las emociones “del presente” de Olivia, su protagonista, algo se conectó con aquellas emociones vividas y pasé a relatar en su capítulo número cinco “Despedidas para siempre” lo que viví en mi interior aquel primer desgarrador 11 de Marzo de nuestras vidas, necesitando llorarlo de nuevo, permitiendo que todo aquello volviera a salir y abriéndome para dejar entrar todo lo vivido haciéndolo presente en mi ser y en mi estar, como algo pendiente que ha tenido que regresar para sanar en mi alma.
Al hacerlo presente, la vida te lleva a donde te tiene que llevar y la vida te trae lo que te tiene que traer. Además, el tiempo te da otra perspectiva, todo se vive con más serenidad y consciencia.
Decidí no incluir ninguna ilustración en este capítulo, no me inspiraba ninguna imagen, recordé aquellos templos repletos de velas y escritos que se crearon espontáneamente en los puntos donde se paró el tiempo de todos los nuestros y esto me llevó a la web de la Asociación 11M Afectados del Terrorismo en busca de algunas frases anónimas. Allí encontré un montón de poemas y leí todos y hubo dos que resonaron en mi alma pues iban en consonancia con mi relato y los recogí en mi libro.
Intenté encontrar y contactar con los autores a través de las redes sociales, no lo logré y tomé la decisión más bonita que me ha traído mi libro, consultar en la Asociación 11-M Afectados del Terrorismo si podrían ellos localizar a estas personas.
Y surgió el encuentro con Eulogio Paz, Presidente de la Asociación y con las personas que trabajan a diario en ella.
Descubrí la importancia de la compasión, no entendida como sentir pena o lástima, sino como lo que realmente significa, la compasión es conmoverte por lo que le sucede a alguien o a ti mismo, y pasa por hacer, actuar, acompañar, implicarte para aliviar y ayudar…
Ellos están implicados. De todas las personas con las que hablé aquella mañana en la Asociación aprendí sobre el alivio que supone el poder de la compasión bien entendida.
El capítulo 5 de mi libro, Presente es sinónimo de regalo, me está regalando el encuentro con personas extraordinarias y la magia de las «casualidades», como refieren en el prefacio del libro mis editores Yolanda Garfia y Rafael Senen:
«Sorprendidos porque nos une a la autora la dolorosa experiencia de haber vivido en primera persona la angustia de una búsqueda fallida…»
No sólo nos une el que ellos también perdieron a un ser querido en aquel 11M, Nuria, sino que además Nuria era hermana de Marta, la pareja de mi hermano. Murieron los tres juntos.
Para mí y para mi entorno estas circunstancias van más allá de las casualidades.
El 24 de enero de 2020, también por «casualidad», fue la fecha de la presentación de mi libro. El día del 60 cumpleaños de mi hermano Paco. Estuve rodeada de todas las personas significativas en mi vida, pero de lo que más orgullosos nos sentimos mis editores y yo es de tener la certeza de que Paco, Marta y Nuria estuvieron presentes y a nuestro lado, haciéndonos un auténtico regalo contagiándonos a todos de su potente energía.
Este dieciséis once de Marzo estaba preparada para sumarme al homenaje anual por todas las víctimas, la vida me estaba llevando ahí este once de Marzo mi vida, como la de todos los españoles,
dio un nuevo giro hacia aún no sabemos dónde.
Todos los actos conmemorativos se suspendieron. Como toda la vida se nos ha quedado en pausa.
Y volvemos a hablar de víctimas, de desconcierto, de dolor, de silencio, de injusticias, de miedo, del IFEMA, de solidaridad, de apoyo, de unidad, de héroes…
Me viene a la memoria el libro de José Saramago Ensayo sobre la ceguera, cuyo argumento es una pandemia. Este libro que llevaba mi hermano aquel primer once de marzo entre sus manos, tal y
como lo relato en mi libro Presente es sinónimo de regalo.
No puedo evitar estremecerme.
Este dieciséis once de Marzo se cerraron los colegios de Madrid. Y a mí este cierre me dio la información suficiente para tener conocimiento de la gravedad de lo que estaba ocurriendo. Y me he quedado en casa, camino descalza, para sentir los pies en la tierra y conectar con su energía, he aprendido que los zapatos nos desconectan de la Tierra y por eso somos más vulnerables a la
enfermedad.
Cada uno estamos recomponiendo mentalmente nuestras vidas, y aprendiendo. Para muchos esto es nuevo y es un recorrido costoso, para nosotros va a ser también duro, pero nos vamos a mover en emociones y terrenos conocidos que ya vivimos… hace dieciséis once de Marzo.
Espero que este testimonio esté publicado y lo estéis leyendo en el número previsto. Será la señal de que ¡TODO ESTÁ SALIENDO BIEN!
Marzo de 2020. Desde el tiempo del confinamiento por la Covid-19.