Me duele tu dolor
hasta sentir clavada
la espada que te hiere.
Me duele tu dolor
en cada poro,
en cada despertar
en cada sueño,
en la carne y el alma.
Me duele ese dolor
que agria tu rostro
con rictus de amargura.
Me duele ese dolor
que hace impotente
tu serena sonrisa.
Me duele cada instante
que te duele.
Cada sombra que enturbia
tu mirada enturbia mi vivir
y rompe el dique
donde contengo el llanto.
Me duele ese dolor
que por ser vuestro
es nuestro, y tan amargo.