Te vas,
tristemente,
te vas.
Te marchas, te has ido
sin aprender a decir adiós,
a decir, mamá, a quien miraba
tus pequeños ojos azules.

No te han dejado vivir,
te han cerrado las puertas
muy pronto, muy rápido
muy débil sonaba tu llanto
en un mar de sirenas oscuras
en un cielo de sangre y dolor.

No has podido ver el mar,
dar un beso enamorada,
correr, saltar, mirarme a los ojos,
no te han dejado.

No has podido acabar ese libro,
abrigarte si tenías frío,
llegar tarde al trabajo,
no te han dejado.

No has podido ver el arco iris,
tomar café un domingo tranquilo,
ver las fotos de aquel verano,
no te han dejado.

No has podido llegar a enfadarte
con padre si te ha prohibido
porque hoy han sido otros los que
no te han dejado.

No has podido ser Patricia
y me avergüenzo cada minuto
de mi, nosotros, de mi especie porque
no te hemos dejado.

Te vas,
tristemente,
te vas
y tristemente también
algo de mi
se va contigo.

Patricia, de tan sólo ocho meses, murió el viernes 12 de marzo de 2004,
un día después de la masacre del 11M. Rubia de ojos azules, no ha tenido
la oportunidad para vivir. Su único pecado en vida: montar en aquel tren.
Descanse en paz.