No son once, no son eme,
no son nombres punto com,
es la viuda de los trenes,
Pilar Manjón.

Querían puerta cerrada
pero el cerrojo abrasó
con su palabra empapada
Pilar Manjón.

La maldición sin salida,
la niña de la estación,
el lagrimón de por vida,
Pilar Manjón.

Botas de piel calcinada,
gafas rotas del color
de la sangre derramada,
Pilar Manjón.

Hasta al propio Maquiavelo
se le rompe el corazón,
de punta le pone el pelo
Pilar Manjón.

Blasfema del acertijo
político de salón
la huérfana de su hijo,
Pilar Manjón.

Con su cadáver a cuestas
el día catorce votó
suplicando una respuesta,
Pilar Manjón.

Basta de vanas conjuras,
de votos al por menor,
el horror no tiene cura,
Pilar Manjón.

Ojalá en este poema
no saliera el pabellón
de la muerte en el Ifema,
Pilar Manjón.

Tanto duelo en un minuto,
tanto agravio, tanto adiós,
no tiene alivio de luto
Pilar Manjón.