Quería hacer una aclaración al artículo publicado en la página 29 de la edición del 30 de noviembre referente a las concentraciones frente al Congreso de los Diputados.

Yo soy una de las personas que acudió ante las puertas del Congreso ayer 29 de noviembre. El motivo: soy viuda, desde el 11M.

Ayer se convocó una concentración silenciosa desde las 8.30 de la mañana ante las puertas del Congreso, coincidiendo la comparecencia del ex presidente del gobierno, para pedir transparencia en la Comisión de Investigación, justicia para los 192 asesinados y los miles de heridos y afectados, y depuración de las responsabilidades políticas.

Quiero aclarar que también se concentró un grupo de fervorizados simpatizantes del Partido Popular que, ondeando banderas y otros símbolos partidistas, dieron un espectáculo vergonzoso de hasta dónde puede llegar la estulticia humana, las mentes manipuladas y deshumanizadas. Ellos eran, en número, no más de un centenar en su momenás glorioso, pero gritaban y gruñían como una verdadera jauría de perros rabiosos. Vinieron a primera hora de la mañana, pero apenas aguantaron una hora y media bajo la fría mañana de ayer. Vitorearon su apoyo pleno al ex presidente, nos insultaron, se burlaron de nosotros y se fueron. Tendrían otras cosas que hacer.

Por otra parte nosotros, los familiares de los asesinados y heridos en los atentados del 11 de marzo, estuvimos más de 12 horas seguidas en silencio, aguantando el frío, la lluvia y los continuos ataques y humillaciones de estos exaltados conciudadanos que no dudaron en acusarnos de asesinos a nosotros (los familiares, repito, de los asesinados y heridos), de reírse y mofarse de nuestro dolor («meteos vuestros muertos por el culo», fueron capaces de decir), de provocarnos. Al estar desde las 8.30 de la mañana hasta las 21 horas de la noche, evidentemente, hubo fluctuaciones en el tamaño del grupo, que pasó de la veintena a más del centenar durante muchas horas.

Aclaro, por tanto que no eran ellos el «centenar largo» y nosotros la «treintena», tal y como aparece publicado en el artículo antes mencionado. Tendrían que haber estado todo el día con nosotros para haber visto lo que allí había y haber sido más justos en su información.

Tampoco es cierto que a partir de las 8 de la noche nos hiciéramos «presentes de nuevo». Eso ocurrió con el grupo de fanáticos, que vinieron a la hora del término de la Comisión, para mostrar de nuevo su incondicional apoyo a ese señor y porque seguramente ya habían terminado sus ocupaciones diarias.

Nosotros no reaparecimos. Aguantamos en silencio más de 12 horas, insisto, sin provocar, ándonos nuestra indignación y rabia ante estos hechos tan lamentables, provenientes de aquellos a quienes, únicamente, el azar libró de estar al otro lado de la plaza de las Cortes, tras nuestras vallas y nuestro cordón policial, con nuestras manos pintadas de rojo, con nuestras lágrimas y nuestro dolor, pidiendo justicia con nosotros por los asesinados (nunca muertos, asesinados) el 11 de marzo, pidiendo transparencia y aclaración de la verdad. ¿Tanto miedo les da asumir que existimos?